lunes, 26 de octubre de 2009

THE HOMLESS BODY

En la actualidad a menudo nos encontramos en la calle con “indigentes”, “niños de la calle” o indígenas, cuántas veces hemos visto como estos personajes de la urbe viven en el espacio público y solo volteamos indiferentes o simplemente los ignoramos.
¿Alguna vez hemos reflexionado como es que llegaron ahí, como es que se convirtieron en míseras ornamentas de la urbe? Pocas veces lo hemos hecho, por ello, Samira Kawash nos invita a reflexionar sobre este problema urbano contemporáneo.

La situación de calle en la que viven muchos individuos esta asociada a factores económicos, de adicción, de desintegración familiar, a la discapacidad mental o las enfermedades mentales e incluso por la edad.
El factor económico es uno de los principales factores que detonan y agravan el problema de la pobreza, lo cual ocasiona que miles de personas sean incapaces de pagar una renta o de adquirir una vivienda generando que muchos se queden “sin hogar”.

Sin embargo, no importando cual sea el factor que los haya colocado en esa situación a los “sin hogar”, todos son golpeados por la exclusión y la discriminación social y política desde el momento en que habitan el espacio público.

El espacio público que cobija a los “sin hogar” es el mismo que los mantiene o hunde en ese estatus, pues es un espacio vacío que solo genera que las condiciones de vida sean precarias, pues niega a los sin hogar los servicios más básicos como el uso de sanitarios o el servicio de duchas, y es que este espacio público ha sido absorbido por el espacio privado, y por tanto, deja los sin hogar sin ninguna alternativa. Cada día que pasa un sin hogar en la calle, es un día en el que su vida se deteriora y en el que su dignidad humana se desvanece y por ello le es muy difícil superar ese estatus.

No hay políticas públicas encaminadas a crear espacios en los que se dé alojo a personas en condición de calle, y es que no hay interés ni voluntad de las autoridades, puesto que los sin hogar se vuelven invisibles. Tal vez los únicos que se interesan por ellos y en poca medida son las ONG´s o los grupos religiosos, de ahí en fuera ni la misma sociedad se interesa por esas personas. Por ello los “sin hogar” están condenados a la miseria, a la insalubridad, a la exclusión y a la discriminación.

Es lamentable como la sociedad perciba como algo normal y cotidiano que haya personas sin hogar y que se muestren totalmente desinteresadas.

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