domingo, 6 de diciembre de 2009

CITY OF GOD

“Ciudad de Poder, Ciudad sin Ley, Ciudad a la deriva, Ciudad sin Dios”

La película Ciudad de Dios refleja la realidad que se vive día a día en las favelas brasileñas, por ello Diken hace un análisis político en donde encuentra elementos interesantes que nos llevan a pensar y a cuestionar la existencia del Estado Moderno.
¿Por qué pensar y cuestionar la existencia del Estado Moderno? Si bien, s piensa que el Estado Moderno, con su fuerza material, representa el orden y la seguridad; y que vive y se desarrolla dentro de la atmosfera del Derecho, dado que es lo que da fundamento a su legitimidad y justificación, sin embargo, vemos claramente que la descripción del Estado Moderno no encaja con la realidad, ya que en Brasil, como en otros países del mundo, su papel ha dejado mucho que desear, y es que el Estado Moderno no se ha caracterizado por ser un Estado de Derecho.
El Estado de Derecho debe tender a mantener la seguridad y la certeza como condición previa para la realización de los valores más altos, como serían la justicia y el bien común, sin embargo, en los países en vías de desarrollo, dicho Estado de Derecho suena ha utopía irrealizable, ya que factores como la globalización y la economía hacen imposible la aplicación de esos preceptos. En este sentido, el Estado no posee la fuerza ni el poder suficiente como para hacer efectiva la seguridad dentro del territorio y cuando esto sucede, la fuerza y el poder se fragmentan, lo que da pie a la formación de Sub-Estados paralelos.
Estos Sub-Estados se forman, sobre todo, en comunidades excluidas de la dinámica social y económica que se desarrolla dentro de la incipiente esfera estatal. Son producto de la descomposición humana y social, ocasionada por la exclusión y la marginación en que viven las comunidades, pero también es producto de la degradación del Estado mismo.

La característica principal de los Sub-Estados es que se vive en un estado de naturaleza, estado que ocasiona la discordia por el poder, la violencia y la incertidumbre. El poder dentro del Sub-Estado lo detentara aquel que logre el imperio de la violencia, quien sea capaz de controlarlos a todos mediante la coerción, sin embargo, dicho poder siempre estará en boga y será efímero.

En suma, los Sub-Estados cuentan con dinámicas económico-sociales propias, con relaciones de poder perversas y con reglas no escritas. Dentro de estos siempre se vive en la zozobra, en la miseria humana, en la disputa y entre la vida y la muerte.

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